miércoles, 14 de septiembre de 2011

Insomne



¡Despierta! invocación socorrida en toda nuestra vida.
Casi casi, fue que venimos al mundo con el imperativo,
oración tan contenida, sin sujeto expreso, sin objeto,
cargada de dinamita para explotar de lleno en los oidos.

No tiene por qué explicar nada esta construcción:

-Despierta ahora, despierta Lázaro
y levantate. Vete a la escuela, al trabajo,
no estés ahi de occiso nada más, no estes soñando..
allá afuera hay un mundo, despierta para ver como
se acaba, como revienta... en pequeños... significantes-

jueves, 8 de septiembre de 2011

Benzodiacepinas

Todos necesitamos diazepam más de una vez en nuestras vidas. No hace daño si se toma con moderación, pues es altamente adictivo. Hacer el acto de la comulgación con diazepam, en vez de ese asqueroso placebo que dan en las misas, granjearía a más feligreces a la religión. Se comprobaría clínicamente la sentencia de Marx. Creo firmemente que lo que necesitamos todos es una buena dosis de benzodiacepinas. Al pueblo, diazepam y circo.

Cotidianidad

El día a día monopoliza un estado del alma, que se encuentra entre el miedo y el cansancio.

Enfrentar un rostro matutinamente desfigurado en el que nos reflejamos es el primer látigo sobre
nuestra espalda.

El día continúa así... llamadas telefónicas, extremidades adormecidas, reportes, quejas, ruidos, sonrisas que se pretenden reales,cuentas, hartazgo, comida rápida, impresiones, correcciones, tontería y media,...

El corazón se precipita al ver, a través de los ojos de ese rostro, un oscuro abismo y pensar que ese es nuestro único destino.

lunes, 29 de agosto de 2011

Occiso

Existe una virgen que habla en código sibilino.
Susurrante e inexorablemente oportuno, por lo regular.
El acto, pues, de la indiferencia, como un gesto beatífico,
ejerce con crueldad y vileza, denostación
(así con todas las letras)
Occiso, el que muere violéntamente. Tan común en nuestros días.

Yo he escuchado la voz de esa virgen, y lo único que alcanzo a entender
son estas palabras:    Tu puer tuus ignore, damnare.


lunes, 15 de agosto de 2011

Lic. en Estudios Futuristas

El apocalipsis, tanto en su acepción bíblica como en la más lata de 'fin del mundo' o 'catástrofe final', siempre ha estado presente en la narrativa hispanoamericana que, en muchas de sus manifestaciones, hunde sus raíces en una de las grandes fuentes occidentales, la Biblia, como consta en algunos textos claves como La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa, o Abaddón el exterminador de Ernesto Sábato, para limitarnos a dos ejemplos significativos. En textos más recientes, el aliento utópico que recorría muchas ficciones anteriores a la generación del boom o pertenecientes a ella está ausente o se hace esporádico. El imaginario apocalíptico se expande en obras de nuevo cuño: las del colombiano Vallejo o del chileno Bolaño (sobre todo la summa 2666) son especialmente significativas al respecto. De hecho, el concepto de 'postapocalipsis' acuñado por Carlos Monsiváis se aplica plenamente a las representaciones simbólicas de las otras zonas culturales de Latinoamérica.